1/04/2022

La Abadía de Northanger, de Jane Austen


 La joven Catherine Morland viaja con unos amigos a Bath, donde deja a un lado su vida tranquila de pueblo para descubrir los maravillosos secretos que se esconden en la ciudad.

En el camino conocerá a personas que marcarán su vida para siempre, aunque muchas le impidan pasar tiempo con su querida amiga la señorita Tingley y el apuesto señor Tingley.

En esta historia del siglo XIX, Catherine Morland deberá dejar a un lado su ingenuidad infantil y empezar a imponer su voluntad a aquellos que desean dominarla.

Tras haber leído varias obras de Jane Austen, debo decir que, aunque todas traten los mismos temas y sus personajes sean sorprendentemente parecidos, ninguna me ha quitado las ganas de seguir leyendo más libros de esta autora.

Lo primero que me sorprendió de "La Abadía de Northanger" es el estilo de narración que Jane Austen emplea para contar la historia. Aunque a simple vista parezca el típico narrador omnisciente, podemos ver que en algunas ocasiones la autora habla con sus lectores, con el objetivo de dar su opinión sobre los temas que va tratando el libro, o incluso para contarnos lo que pasará en próximos capítulos. Esta forma de narrar me ha hecho sentir como si estuviera en un diálogo con Jane Austen, como si fuera ella en persona quien me está contando los hechos.

Pero el estilo de narración no solo ha hecho la lectura mucho más amena, sino que ha propiciado la posibilidad de que los lectores podamos conocer un poco más de la escritora. Como dije antes, aprovecha estos momentos en los que nos habla directamente para darnos sus opiniones y, aunque generalmente trato de evitar leer libros de autores que quieran imponer su pensamiento, no he podido sino empatizar con la situación con la que vivían los escritores de novelas que no fueran consideradas "cultas". El romance, el terror, el suspense, etc. No eran considerados literatura en aquella época, y gracias a esos momentos en los que nos habla Jane Austen o incluso en diálogos de los personajes, vemos que ella defendía abiertamente en su obra el derecho que tenían tanto los novelistas de romance como los de religión o política a publicar sus obras.

Por supuesto, si seguimos hablando de reivindicaciones que hace la autora, no podemos omitir las críticas a algunas costumbres de la sociedad del siglo XIX: podemos encontrarnos tanto momentos donde los personajes discuten sobre la imposición del dinero ante el amor como críticas donde se desprecian a los hombres que se creen intelectualmente superiores a las mujeres. Pero no solo es la protagonista la que defiende estas ideas, sino que en muchos casos es el señor Tingley el que muestra abiertamente su opinión por la "barrera" que se ha creado en su sociedad donde una mujer y un hombre no pueden disfrutar libremente de su relación.

Dejando atrás las críticas que aparecen en el libro, otra cosa que me ha fascinado de este han sido sus personajes. Muchos de ellos son los típicos estereotipos que nos vamos a encontrar en cientos de novelas de romance, pero si nos detenemos un momento a pensar, vemos que en el siglo XIX no era muy común ver al típico joven atractivo que adora vacilar a todo el mundo y que no se toma muchas cosas en serio, el "alivio cómico" de la obra; tampoco me imagino que por aquella época hubiera muchachas que no se dejasen engañar por cualquier hombre, que sean ellas las que marquen el ritmo de la relación; y mucho menos que en los salones de balneario, una de las pocas actividades de recreo que tenían las jóvenes, pudieras encontrarte a una "heroína", que es como denomina Jane Austen a su protagonista, pues es la que ahora llamaríamos la típica niña inocente que se cree que vive en un libro de fantasía y dadas las acciones del libro debe desengañarse y madurar. El hecho de que Jane Austen cree personajes tan desacordes a su época ha hecho que me fascine aún más su historia.

Para finalizar esta reseña interminable, debo decir que la trama era de lo más sencilla, pero creo que el objetivo de la autora no era desarrollar unos hechos, sino hacer que lo verdaderamente importante fueran los personajes, su evolución. Normalmente la acción es la que "moldea" este cambio interno en los personajes, pero en este libro son ellos los que, con sus relaciones, van dirigiendo la trama al clímax de la historia. Este punto álgido nunca podría haber ocurrido si la relación entre los Thorpe y Catherine hubiera sido de otro modo, sobre todo entre la protagonista y John Thorpe, pues son ellos los que, con la evolución de su relación, aunque parezca poco importante, han provocado todos los acontecimientos del final.

En conclusión, no puedo sino recomendar este libro a cualquier persona a la que le guste la ficción histórica. La ambientación, los personajes, la evolución de estos... Hace que, mientras lo estés leyendo, en realidad no sientas que es cualquier novela romántica del siglo XIX, con personajes y relaciones planas y predecibles, sino que parezca que estás leyendo una novela escrita por un autor actual pero ambientado en otra época.

Por María, (1º BAC)

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