Burt sólo tiene ocho años, pero su pequeño corazón ya ha conocido
grandes sentimientos. Demasiado grandes. Demasiado fuertes. Ahora vive recluido
en un Centro de Internamiento Infantil por lo que le hizo a Jessica. Solo,
contra la estupidez de los adultos que convierten sus sueños en síntomas
clínicos y su amor en un delito. Solo, en una fortaleza de silencio. ¿Quién lo
sacará de allí? Pura emoción, en una prosa maravillosamente conseguida.
Debo confesar que, cuando vi este libro por primera vez no me llamó
nada la atención. Es más, su título me pareció un intento desesperado por ser
diferente y llamar la atención. A la primera página le siguió la siguiente y la
siguiente, hasta que en pocos días me terminé el libro por completo: es tan
hipnotizante que no pude parar una vez lo empecé.
Creo que se debe leer este libro y se lo aconsejaría a todo el
que quiera pasar por la increíble experiencia de conocer a Burt, de conocer su
historia, de sufrir y reír con las idas y venidas de un niño muy diferente a
los otros, a sumergirse en una historia maravillosamente contada, de conocer un
problema que la sociedad quiere ocultar y que existe y se cobra muchas vidas
hoy en día
“Yo me quedé sentado en la cama. El tiempo pasaba y pasaba. Dentro de
mí había algo que no andaba bien, lo notaba en el estómago y no sabía qué
hacer. Así que me tumbé en el suelo. Estiré el índice y me lo llevé a la
cabeza. Y doblé el pulgar. Y me maté.”
Por Laura, 1º BAC
Por Laura, 1º BAC
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